¿Qué hacemos con nuestras emociones?
Siguiendo el hilo del post anterior esta vez profundizamos en las diferentes maneras en las que podemos gestionar las emociones. Pero antes, veamos qué hacemos habitualmente con nuestras emociones.
Solemos emplear tres modos en el manejo de los sentimientos:
Supresión y represión
Cuando empleamos la supresión y/o la represión ignoramos nuestros sentimientos, los dejamos a un lado y seguimos con nuestra vida como si nada. Este ignorar puede ser consciente (supresión) o inconsciente (represión). Cuando se da la supresión después sentimos irritabilidad, cambios de humor, dolores de cabeza, calambres, alergias, muchas enfermedades psicosomáticas. Y cuando reprimimos es porque hay tanta culpa y miedo por la emoción que ni siquiera permitimos que sea consciente. En la represión, dos mecanismos emplea la mente, la negación y la proyección, principalmente.
Expresión
En este caso, la sensación es aireada, verbalizada o afirmada por el lenguaje corporal, la desahogamos. La expresión está bien pero no podemos quedarnos ahí porque corre el riesgo de convertirse en queja. Por ejemplo, una terapia que se basa solo en el desahogo no es suficiente para la curación. Cuanto mas se tarde en hablar mas impacto neurológico habrá.
Evitación

Tratamos de no sentir y nos distraemos para olvidar, por ejemplo, a través de la diversión. Por supuesto que es perfecto divertirse pero, no como modo de evitar mis sentimientos o emociones.
Estos tres mecanismos sirven para reducir la ansiedad ante la emoción, pero no son suficientes. Si los empleamos, que sea de manera consciente, para bajar reducir la intensidad de la emoción, y que así, al ser menos dolorosa, podamos trabajar con ella.
Requisitos previos imprescindibles para comenzar a gestionar las emociones adecuadamente
En este post vamos a ver cuáles son a modo general los primero pasos para empezar a gestionar nuestras emociones. Cuando hayamos practicado los siguientes puntos, podremos avanzar en el proceso. Tengamos en cuenta que la inteligencia emocional es algo que se adquiere a través de la práctica. Nadie nace aprendido, especialmente en culturas como ésta, en la que la inteligencia emocional ha brillado por su ausencia hasta hace bien poco.
Tomar conciencia de la emoción
Imprescindible darnos cuenta de lo que sentimos. Para ello, tendremos que estar muy pendientes a lo largo del día de nuestras emociones. También de los pensamientos previos a la emoción, ya que en muchas ocasiones son éstos las que generan estados emocionales desagradables.
Conectar con el cuerpo y escucharlo
Pararnos a menudo y tratar de ver cómo se siente nuestro cuerpo. Aprender a escuchar el cuerpo requiere de práctica ya que cada persona es diferente y cada cuerpo es único.
Dominar el lenguaje emocional
Imprescindible cultivarse en el lenguaje emocional, a través de libros, vídeos, cursos.
Salte fuera, disóciate, observa.
Podemos tomar perspectiva por ejemplo, a través de la escritura terapéutica, relatando lo sucedido en tercera persona. La idea es ver la situación desde fuera, de este modo, su intensidad disminuye y nos relajamos.
Ponte en el lugar del otro. Adquiere diferentes perspectivas acerca de una situación.
Estar en una única perspectiva limita todo lo que vemos. Cuando logramos entender la posición de la otra persona (si es que hay alguien más involucrado en la situación que nos genera la emoción), nuestro entendimiento se expande, la realidad deja de ser tan negativa y nuestro entendimiento más objetivo.
Si comenzamos a practicar estos aspectos, empezaremos a sentirnos dueños de nuestras emociones y notaremos cómo la montaña rusa emocional que experimentamos a diario se equilibra poco a poco.
Deja un comentario